Fallido ‘portazo’ de transportistas en el Congreso del Estado

Fallido ‘portazo’ de transportistas en el Congreso del Estado

Arturo Nieves

La Paz.-Llegaron desde temprano este martes por distintos puntos que confluyen en el Congreso del Estado. Algunos visten sus uniformes de trabajo, otros su ropa de civil. Hay hombres y mujeres. Se les ve animados y tranquilos. Son los concesionarios y choferes del transporte público de La Paz y Los Cabos, principalmente, que acuden a la sede del Poder Legislativo local, a patentizar su rechazo a la Ley de Movilidad propuesta por el gobernador, Carlos Mendoza Davis y en la que se reglamenta la operación de las unidades de transporte por medio de plataformas digitales, punto toral de la inconformidad, ya que éstas han venido a desplazarlos en gran parte del mercado.

La sesión ordinaria del Congreso del Estado iniciará a las 11:00, pero ellos están ahí desde las 08:30 horas. Curiosamente no han hecho el acostumbrado amontonamiento de sus unidades móviles en las avenidas adyacentes, bloqueando el paso vehicular. Pero a pesar de ello, las autoridades de tránsito han optado por cerrar la circulación en las avenidas Isabel La Católica, Allende y Bravo. A eso de las 09:00 horas, ya hay alrededor de 200 manifestantes. Llama la atención que se han colocado vallas metálicas en los accesos a la sala de sesiones José María Morelos y Pavón, lo que se ve como una afrenta. Más tarde entenderíamos por qué.

En las puertas de vidrio del recinto legislativo, está pegado en hoja tamaño carta, el orden del día. En el último punto se puede leer el tema que ha generado la movilización: la primera lectura de la iniciativa de Ley de Movilidad. De acuerdo al trámite parlamentario, para que una ley sea sometida a votación, se debe dar una segunda lectura. Rumores hablan de que se obviará la segunda lectura, lo cual está permitido por ley, y se someterá a votación. Todo indica que la iniciativa será aprobada, ahora que los legisladores de Morena y partidos afines, se han dividido y con su nueva mayoría, obedecen más a órdenes e intereses externos tras el cambio de la mano que mece la cuna. Una mano güera.

Sabedor de que habrá mucha gente y que seguramente debido a la desmañada la mayoría andará con la tripa chillando, uno de los transportistas se puso trucha y montó un improvisado puesto de comida, aprovechando la guarnición de una de las jardineras que dividen el área de la plaza de la Reforma y la sede legislativa. Hay tacos, arroz, frijoles, refrescos y agua. Pero alrededor de las 10:30 horas el suministro empieza a escasear, porque los taxistas son de buen diente. Como puede, el “concesionario” reabastece el changarro con lo que puede del Chedraui Palacio. El caso es no perder a la clientela. Afortunadamente para el incipiente garnachero y sus trabajadoras, los inspectores de Salubridad, Inspección Fiscal del Ayuntamiento y el SAT de la 4T, no andan por estos lares.

Las mantas comienzan a enarbolarse. En ellas se puede leer: “Diputados, no nos traicionen. El transporte para los transportistas. No a la iniciativa privada”. “Gobernador, los choferes también tenemos familia. No nos discrimine”. “Choferes con antigüedad presentes”. Posan para las cámaras y se juntan para mostrar músculo. “Y de aquí nos vamos a Pichilingue”, grita alguien y otro lo secunda “vamos a cerrar la carretera”. La calma inicial empieza a oler a tensión.

Un día antes Protección Civil estatal contestó una solicitud del Oficial Mayor del Congreso del Estado, respecto a la cantidad de personas que pueden ingresar a la sala de sesiones. El subsecretario de Protección Civil, Carlos Alfredo Godínez León, especificó que el recinto cuenta con 98 butacas, por lo que “se deberán tomar las medidas pertinentes para que por ninguna razón, se permita el ingreso de un mayor número de personas”. La mano azul se hacía presente, para tener con que justificarse por si algo salía mal. Alrededor de 09.30 horas, un grupito de los cerca de 500 transportistas que ya hay en el lugar, exigen ingresar a la sala de sesiones. A leguas se nota que alguien les dio el “quiu” para presionar.

Se sabe que en el interior solo entrarán los representantes de cada gremio de taxistas, por cuestiones de capacidad del inmueble. Pedro Enrique López, ex diputado local y concesionario del transporte, camina serio por los pasillos de los jardines del Congreso. Seguramente anda satisfecho porque la convocatoria ha sido buena nuevamente. Observa, ocasionalmente platica con sus compañeros, checa su teléfono, mensajea y ahí sigue. Mientras, en uno de los accesos, ubicado al costado del edificio principal, se empieza a dar la discusión. Hay unas vallas que forman un reducido pasadizo que lleva a la sala de sesiones. Los transportista exigen ingresar, pero personal de seguridad del Congreso explica que tienen indicación de no dejar pasar a tanta gente. A algunas personas se les han entregado gafetes.

Al ver que no habrá posibilidad de pasar, el grupo de concesionarios del transporte pretende dar “portazo”. Inicia el forcejeo con los guardias, para tratar de quitar las vallas. Ya habían comido tacos, así que andaban bien fuertes. Jaloneos y gritos durante unos minutos y finalmente los transportistas logran desbaratar el cinturón humano que les impedía pasar. Piensan que ya ganaron, pero casi a la entrada del acceso principal a la sala de sesiones, otra valla metálica y atrás de ella, policías equipados con escudos, cascos y toletes. ¡Ay nanita! debieron decir los inconformes.

Pero ya con la adrenalina fluyendo y además, porque son bien machos, los manifestantes comienzan otro forcejeo y sí, lograron arrebatar también las vallas metálicas, pero no pudieron con los polis. Utilizan las mismas estructuras metálicas para golpear a la férrea defensiva de los uniformados, que ya la quisieran los del Veracruz. Los golpes secos contra los escudos, retumban en el lugar. Los gritos y las mentadas no faltan. Vuelan también botellas de agua, pero nada grave, solo chichones y pequeñas laceraciones. Al ver que no pudieron, se repliegan, pero vuelven a la carga otra vez. Los policías hacen labor de contención; no agreden. Nuevo repliegue y nueva acometida y así. Alguien sugiere “traigan piedras”, pero afortunadamente nadie lo secunda. La mayoría de los integrantes del gremio se mantienen expectantes a lo lejos. Los rijosos les piden que apoyen, pero no les hacen caso. Como que no compartían mucho ese proceder.

Algunos presumen los escudos que lograron arrebatarle a los policías. Alguien grita “saquen a ese fotógrafo…es de Uber…chayotero”. Se trata de José Luis Villafuerte, fotógrafo de El Sudcaliforniano, quien desafiando el riesgo, se ha situado recargado en una palmerita, entre los dos bandos para captar la mejor imagen. Al alborotador no le hacen caso. Están también Cristian Carlos, de El Independiente, con micrófono en mano, entre los manifestantes, eludiendo botes de agua. Repegadas a la pared de la sala de sesiones, Claudia Avilés, de CPS Media; Margarita Rojas, de Milenio; Beiren Esliman, de Bitácora. Gladys Navarro, corresponsal de El Universal, está en el otro flanco, donde también hay catorrazos. Y así, muchos otros compañeros de los medios.

Finalmente como que “alguien” mandó la indicación de detener la arremetida y las cosas vuelven a la calma, pero la efervescencia prevalece. Pedro Enrique López sale a tratar de convencer. Y todo para que al final se suspendiera la sesión, porque los diputados de Morena no acudieron debido a las condiciones de inseguridad que prevalecían.

Pero esto no se ha terminado, porque seguramente faltan más capítulos que escribir de esta novela, que ya lleva un año de haberse iniciado y la cual se espera que siga siendo una confrontación política y de intereses particulares, como siempre y no llegue a más, porque entonces sí, las consecuencias físicas pueden ser lamentables.